La gestión de la seguridad es una disciplina cuyo objetivo es proteger los activos valiosos de una organización, como su personal, infraestructura física, máquinas, sistemas e información. Implica crear y aplicar políticas y procedimientos para salvaguardar estos activos de posibles amenazas. El primer paso suele consistir en realizar una auditoría para identificar estos activos y, a continuación, desarrollar protocolos y medidas de seguridad adecuados para protegerlos.
Comprender las evaluaciones de riesgos
Un componente esencial de la gestión de la seguridad es la evaluación de riesgos. Se trata de identificar los riesgos o amenazas potenciales que podrían poner en peligro los activos de la organización, analizar la probabilidad de que se produzcan y evaluar su impacto potencial. Los riesgos pueden provenir de diversas fuentes, como las ciberamenazas, las violaciones de la seguridad física, las catástrofes naturales o factores internos, como la mala conducta de los empleados.
El objetivo principal de la evaluación de riesgos es ofrecer una imagen clara de los riesgos potenciales y de su posible impacto en la organización. Esto ayuda a formular estrategias y políticas de seguridad sólidas y eficaces. Las evaluaciones de riesgos permiten a las organizaciones priorizar sus recursos de forma eficaz, centrándose en las áreas de mayor riesgo y reduciendo el perfil de riesgo global.
La simbiosis entre la gestión de la seguridad y las evaluaciones de riesgos
Existe una importante sinergia entre la gestión de la seguridad y las evaluaciones de riesgos. La gestión de la seguridad establece el marco general para proteger los activos de una organización, mientras que las evaluaciones de riesgos son una herramienta vital dentro de este marco. Al identificar y evaluar los riesgos potenciales, las evaluaciones de riesgos informan de la creación y aplicación de medidas de seguridad, garantizando que éstas estén adecuadamente diseñadas para hacer frente a las amenazas identificadas.
Además, las evaluaciones de riesgos no deben considerarse una tarea puntual, sino una actividad continua integrada en las prácticas de gestión de la seguridad de la organización. Los riesgos no son estáticos y pueden cambiar con la evolución del panorama tecnológico, el entorno sociopolítico o los cambios organizativos. Así pues, las evaluaciones periódicas de riesgos permiten a las organizaciones ser proactivas, manteniendo sus medidas de seguridad pertinentes y sólidas frente a los riesgos cambiantes.